Cómo pasé de limpiar baños a liderar una empresa millonaria en EE. UU.
Cuando llegué a Estados Unidos no tenía papeles, ni dinero, ni hablaba inglés. Mi primer trabajo fue limpiando baños y preparando hamburguesas. Hoy, soy líder y fundadora de una empresa millonaria en EE.UU. , y quiero contarte cómo la mentalidad adecuada puede cambiar tu destino.
Mi meta más grande era dejar de oler a hamburguesa
Cuando llegamos a los EE.UU. tenía 18 años, y ya no podía entrar a una escuela “normal”, la verdad es que la escuela para adultos no me gustaba nada y recuerdo haberle dicho a mi mamá, “yo no voy a ir a esa escuela”.
En ese momento mi mamá me respondió “bueno, pero si no estudias, de niña bonita no te vas a quedar, vas y buscas un trabajo”. Al principio fue difícil, nadie quería contratar a una indocumentada que no sabía hablar inglés; pero, después de tocar muchas puertas, de que me rechazaran muchas veces, de pasar horas buscando, por suerte, conseguí trabajo en una cadena de comida rápida limpiando baños y haciendo hamburguesas.
En ese momento yo tenía una meta que para mí era lo mejor, quería convertirme en la cajera del drive-thru porque ellas siempre estaban bien peinadas, perfumadas y no terminaban el turno despeinadas y oliendo a comida rápida.
Pero el dueño no quería darme la oportunidad. Decía que limpiaba muy bien, que no iba a poder encontrar a alguien que limpiara igual y que, además, no sabía hablar inglés ni usar la caja registradora.
¿Y qué hice yo? Acepté el reto.
Me puse a escuchar a las cajeras, imitaba sus movimientos, aprendí a pronunciar el menú en inglés y a manejar la caja registradora. Hasta que un día, le dije al dueño: "Hágame una prueba". Él no se pudo negar, porque yo estaba decidida; y adivinen qué... ¡LA PASÉ!
Esa noche llegué emocionada a casa y le dije a mi mamá "¡Lo logré!"
Su respuesta fue: "¿Eso es todo? ¿Vas a quedarte ahí, atendiendo carros toda la vida? Pero hija, imagina que tú fueras la que pasa en el auto y que a ti te atienden"...
En ese momento sentí como si me hubieran aventado un balde de agua fría. ¿Acaso no entendía todo el esfuerzo que me costó? Pero con el tiempo comprendí que mi mamá no quería limitar mis sueños o hacerme sentir mal, quería impulsarme.
De cajera a vendedora #1
Unos días después, fuimos a renovar su seguro. Al llegar, me señaló a las agentes y me dijo: “Mira que guapas, muy profesionales. Yo creo que tú podrías trabajar ahí. Anda, ve y pide trabajo".
Yo no sabía nada de ventas, ni tenía experiencia, pero ella me insistió tanto, me decía una y otra vez: "Diles que sabes desde limpiar hasta estar en la gerencia", al final fue tanta la insistencia que no me quedó más remedio que levantarme, y aunque me temblaran las piernas y sentía un nudo en la garganta, cuando la señorita de recepción me preguntó "¿Qué sabes hacer?” cité con toda seguridad y con la frente en alto, las palabras de mi mamá “Pues fíjese que sé desde limpiar hasta estar en la gerencia”. Nunca pensé que me darían el trabajo, ¡pero así fue! Y poco tiempo después, me convertí en la vendedora #1.
Pero para mi mamá, eso tampoco era suficiente, "Esa no es tu oficina, Adriana. Es donde trabajas”.
Ahí fue donde comenzó nuestro negocio.
El inicio de algo grande
Nuestra empresa que muchos conocen ahora como “Adriana’s Insurance” empezó en una bodega con dos escritorios y un teléfono.
Sin clientes, sin logotipo, sin dinero. Pero con algo más fuerte que todo eso, teníamos DETERMINACIÓN.
Recuerdo que por mucho tiempo repartí volantes afuera de centros comerciales y me tenía que esconder de los guardias de seguridad que me gritaban: “regrésate a tu país Wetback”. También recuerdo aquella vez cuando puse un letrero hecho a mano afuera del local para que la gente nos encontrara. Ese día el dueño de la bodega entró pateando el letrero y gritó: "Aquí no estás en México. ¡Vuelven a poner algo así y se LARGAN!”
Lloré muchas noches. Pero nunca paré.
Durante muchos días no vendíamos nada, hasta que me di cuenta de que, para vencer a mi competencia “Los gigantes de la industria”, tenía que atender a los clientes potenciales que ellos no estaban valorando... “Los latinos”.
Las grandes industrias de seguros pensaban que los latinos no valíamos, que no entendíamos, que no pagábamos. Y ahí fue donde encontré mi oportunidad.
3 Claves que cambiaron mi mentalidad y mi vida
1. Persistencia
En los negocios te van a decir que “NO” muchas veces, te van a ignorar, te van a cerrar la puerta en la cara. Pero cada NO, te acerca más a tu SÍ.
Yo no tenía clientes, así que salía a repartir volantes. Con miedo, con vergüenza, pero también con hambre de lograrlo.
2. Mentalidad de soluciones, no de excusas
Estábamos llenos de deudas, pero no me paralicé. Me puse a observar. Y descubrí que nadie le hablaba a los latinos. Así que me enfoqué en ese mercado, olvidado por muchos, valioso para mí.
A veces la solución está justo frente a ti, pero no la ves porque estás demasiado ocupado quejándote o enfocándote solo en el problema.
3. Tu ética es tu escudo
Me ofrecieron "de todo" por negocios, me insultaron, me discriminaron.
Pero yo no me vendí.
No traicioné mis valores.
Cuando eres inmigrante, muchas veces te quieren hacer sentir menos. Pero si tú sabes quién eres, nadie puede rebajarte.
Tu dignidad siempre va a ser una de tus más grandes ventajas.
Tú también puedes cambiar tu destino
Hoy, los inmigrantes fundamos el 23.6% de los nuevos negocios en Estados Unidos, y muchos empezamos desde abajo. Pero eso no nos detiene cuando hay mentalidad, convicción y acción.
Yo no soy diferente a ti. Solo tomé la decisión de no quedarme donde no era dueña de mi destino.
¿Tú ya tomaste la tuya?